27.7.08

La crisis de la era conservadora



Article de Marc Bassets publicat a "La Vanguardia" (27/07/08)

El ocaso de la presidencia de George W. Bush ha dejado maltrecho al movimiento conservador, hegemónico en Estados Unidos en los últimos cuarenta años. Historiadores y estrategas políticos ven cercano el fin de la era de dominio republicano, que empezó con la llegada al poder de Richard Nixon en 1969 y, con los paréntesis de los demócratas Jimmy Carter y Bill Clinton, se ha prolongado hasta ahora.
A falta de tres meses para las elecciones presidenciales, nada está decidido.
Los sondeos, aunque dan ventaja al demócrata Barack Obama sobre el republicano John McCain, no son concluyentes. Pero el desánimo cunde en las filas conservadoras.
Tras el fracaso de la presidencia de Bush, con la que pocos quieren identificarse ya, cada vez más voces piden reformular el mensaje y actualizar las ideas. Por ejemplo, acentuado los tonos sociales y medioambientales.
En un artículo reciente en el diario conservador The Wall Street Journal,la influyente Peggy Noonan, que trabajó en la Casa Blanca de Ronald Reagan, el apóstol del movimiento, lamentaba que los republicanos hubiese "dilapidado" cuatro décadas de liderazgo. "El Partido Republicano sufre una crisis de identidad, una explosión a la luz del día, además de una angustia existencial adolescente", ha escrito el estratega republicano Alex Castellanos en la revista National Review,órgano intelectual de los conservadores.
Al desastre de Iraq y una economía al borde de la recesión se añaden cambios demográficos y sociales - entre otros, la inmigración y la pujanza del voto joven- que pueden alterar las mayorías estables de las últimas décadas.
La guerra y el fenómeno Obama han servido a los demócratas para incrementar su base y arañar en la republicana. En cambio, "desde el 2004, el Partido Republicano ha perdido terreno en casi todos los frentes demográficos y geográficos", constataban hace unos días, en un artículo, Ross Douthat y Reihan Salam, autores del libro Cómo los republicanos pueden ganarse a la clase obrera y salvar el sueño americano.Esta semana, en una librería cerca de la Universidad de Columbia, en Nueva York, un grupo de intelectuales vinculados a la revista Dissent - órgano, desde hace décadas, de la izquierda socialdemócrata estadounidense- debatieron sobre la era conservadora y su ocaso. "Íbamos a titular el coloquio El final de la era conservadora,pero al final hemos añadido un interrogante. Hemos sufrido tantas derrotas y decepciones...", dijo al comenzar el veterano filósofo Michael Walzer, autor de Guerras justas e injustas y director de Dissent.
El nacimiento de la era conservadora va asociado a la lucha por los derechos civiles en los años sesenta y a las turbulencias de esa década. Los demócratas perdieron el sur blanco, que hasta entonces había sido un feudo demócrata inexpugnable, después de aprobar las leyes antisegregación. Al mismo tiempo, los disturbios raciales y estudiantiles alejaron a las clases trabajadoras blancas del Partido Demócrata, lo que sentó las bases para la hegemonía republicana. "A mediados de los sesenta el movimiento conservador pasó de ser un movimiento de elite a ser antielite", dijo, en el coloquio, el historiador Joshua Freeman.
En su opinión, la era conservadora no empezó realmente hasta 1980, cuando Reagan llegó al poder y desmanteló el Estado del bienestar heredado del new deal de Roosevelt. "El movimiento conservador era un movimiento social e intelectual. Que se acabe dependerá de que haya un movimiento social e intelectual progresista. Y creo que no tenemos ni uno ni otro", apuntó Walzer. Lo cierto es que el movimiento conservador - un amalgama que incluye desde neocon hasta fundamentalistas cristianos, pasando por los conservadores tradicionales- ha transformado Estados Unidos, y, gane quien gane las elecciones de noviembre, en muchos de estos cambios no hay marcha atrás. "Nunca volveremos a tener el Estado del bienestar", lamentó el historiador David Greenberg, quien, sin embargo, cree que algunas ideas progresistas, como el matrimonio gay, cuentan hoy con un consenso social impensable hace unos años.
Dogmas conservadores - plenamente asumidos y desarrollados por los demócratas en los años noventa- como el libre mercado también se tambalean. En los últimos meses, el Gobierno de Estados Unidos y la Reserva Federal se han visto obligados a rescatar entidades financieras en dificultades. "Esto es socialismo", se ha quejado algún legislador republicano.
Tras años de desmadre en Wall Street, el debate para regular mejor los mercados está al orden del día. Paralelamente, la crisis económica y los miedos a la globalización alimentan los discursos proteccionistas en materia comercial. Si la era conservadora se asocia a las divisiones - políticas y culturales- que afloraron en los sesenta, su fin supondría también el fin de estas divisiones enconadas. Y, precisamente, el demócrata Obama se presenta como el candidato post-68, el único capaz de cerrar las heridas de los últimos cuarenta años y de reconciliar a las dos Américas. De momento, los republicanos han dejado de ser un referente en Europa, según el conservador David Brooks, columnista de The New York Times.
Brooks menciona a los conservadores británicos de David Cameron, "que han superado el thatcherismo", y "no sólo hablan de la guerra y el crecimiento económico", sino también del medio ambiente. Pero podría referirse a los españoles.
También estos han dejado de tener en Bush un referente, y parecen mirar a otras latitudes.


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